Cartier vuelve a la Quinta Avenida

cartier-soloselectoLa Gran Manzana es sinónimo de lujo, precios desorbitados y brillo, mucho brillo. No sólo hace falta pasear por sus calles durante la Navidad para encontrarlo. Durante el año, sus calles principales brillan por sí solas, pero si hay una que, por encima de todas, destaca, esa es la Quinta Avenida. Ya sea desde su altura en Central Park o hacia el centro neurálgico de la ciudad, sólo hay que pasear para respirar el lujo.

Y ahora es el momento de echar la mirada atrás. Principios de siglo, en concreto 1917. Hay ya en el mercado una marca de joyería que, por su calidad, diseño y vanguardia destaca sobre otras: Cartier.

El nieto del fundador, que había visto la importancia de tener un espacio único en las principales ciudades como París o Londres, decide que la cuarta planta de un edificio de la Quinta Avenida neoyorquina no es suficiente para poder lucir como quieren en el otro lado del Atlántico.

De hecho, hay una mansión que quiere por encima de todas, la que está situada en el número 653 de la mítica 5th Avenue. Pero hay un problema. El dueño y su esposa, que ya está encaprichada de una de las joyas que marcará parte de la historia de la joyería. Se trata de un collar de perlas – cuando entonces las perlas cultivadas eran aún artículos de super lujo a los que pocos podían acceder – que la deslumbró en Cartier.

Y así, con este intercambio, collar del millón de dólares frente a mansión en venta, Cartier se hizo con uno de los edificios que aún hoy siguen deslumbrando en el Nueva York de los rascacielos.

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Pero no queremos contaros esta historia, casi digna de ser llevada al cine sino que, un siglo después, la marca se ha decidido a volver a abrir sus puertas tras unas reformas que han durado hasta dos años. Se trataba de volver a sorprender a quien traspasara sus puertas. No sólo con la joyería fina, sino también con un ambiente modernizado que diera paso a una nueva generación de compradores que sigue apostando por una marca más que centenaria para sus fechas más señaladas.

De hecho, ha pasado de tener abiertas sólo dos plantas, a ofrecer una experiencia de cuatro plantas a disposición de los compradores. Algo parecido a lo que Tiffany ofrece desde su escaparate más icónico gracias a Audrey Hepburn y a un croissant.