Sobrevivir a la alergia primaveral

Solo el que sufre las consecuencias de la alergia primaveral sabe lo molestos que son sus síntomas. Cansancio, fatiga, mala respiración, picor de piel, picor de ojos…por no hablar de la tos y estornudos. Estos son solo algunos de los rasgos más comunes de los pacientes, pero no los únicos.

Sin duda, desde que este campo se ha desarrollado para el beneficio de los pacientes, son muchos los estudios que se están llevando a cabo para paliar en la medida de lo posible los brotes de alergias que sufren las personas sensibles a los pólenes y periodos de floración.

Arizónica, olivo y gramíneas son las más habituales, pero no las únicas. Ten en cuenta que, además, las alergias no siempre se manifiestan de pequeños, según se va haciendo mayor, pueden surgir. Con lo que claramente, aunque hay una parte de componente genético, nadie está libre de sufrirlas.

Durante la época de más concentración de pólenes en el ambiente, los alérgicos notan cómo su calidad de vida disminuye si no es con la ayuda en la mayoría de los casos de antihistamínicos, lavados de nariz constantes e incluso el uso de cortisona en los casos más complicados. Todo ello bajo supervisión médica, por supuesto, porque automedicarse puede incluso ir en contra de la mejoría. Sin duda, seguir las pautas de alimentación saludable también ayudan a paliar los brotes.

Por tanto, hablar de la alergia primaveral, sintoma alergia, tratamiento de alergia o remedios caseros es casi casi un acto de fe.

Lo mejor es prevenirlo en un ambiente amigable. Es decir, tratar de pasar el menor tiempo posible en lugares abiertos y con floración (no basta con moverse de calle porque va en el aire) y estar pendiente cada día de los índices de concentración. Más allá de eso, se recomienda llevar siempre el tratamiento prescrito encima por si hubiera un brote severo o incluso acudir al médico en caso de no controlarlo. Colirios, lavados de agua de mar, kleenex, pomadas o incluso gafas de sol son imprescindibles.

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