De cómo el tiempo parece transcurrir más lentamente en las malas situaciones

Es posible que a lo largo de la historia de la humanidad existieran otros períodos en los que el tiempo pareciera transcurrir más lento de lo que lo hace en realidad. Sin embargo, son pocos los mortales que echando la vista atrás podrán recordar un episodio en el que 16 meses hayan parecido más largos que los últimos que hemos vivido.

Y es que, el coronavirus trastocó la vida de todos los seres humanos, eso sí, como suele ser habitual cuando una gran desgracia asola el mundo, siempre existe un colectivo más perjudicado, y, en este caso, la peor parte se la llevaron nuestros mayores.

Las medidas impuestas por los gobiernos para paliar el avance de la COVID-19 si hicieron tan necesarias como la colaboración de la comunidad científica internacional para hallar, más pronto que tarde, una vacuna eficaz contra el letal virus.

Mantenerse y mantener a los nuestros a salvo se convirtió en el anhelo de todos, pero, si cabe, más aún de aquellos que fueron designados como trabajadores esenciales.

Las cifras de contagios y fallecidos no han dejado de aumentar desde entonces, pero, por fortuna, tampoco ha dejado de aumentar el número de personas que ha recibido la vacuna. Y ahora, tras esta dura prueba que nos ha puesto la vida, parece que comenzamos a ver la luz al final del túnel, eso sí, no conviene bajar la guardia, pues el virus sigue estando presente, y, ahora, con distintas variantes.

En cualquier caso, son muchas las personas que, pese a no haberse contagiado, sufren secuelas derivadas de la inédita situación vivida durante los últimos meses. Y es que, tras el largo período de aislamiento domiciliario son muchos los que sienten miedo a salir o simplemente se sienten abrumados.

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No obstante , y quizás ahora más que nunca, disfrutar se ha convertido en algo esencial, por lo que lo recomendable es intentar dejar el miedo a un lado y disfrutar de la vida, especialmente, cuando ya se tiene una determinada edad.

Cabe comentar, que además de lo anterior, son muchas personas que han reducido al mínimo sus relaciones sociales, logrando un tipo de aislamiento completamente distinto. No obstante, mantener relaciones sociales resulta esencial para la salud de las personas.

Habrá de trascurrir bastante tiempo hasta que se conozcan a ciencia cierta las secuelas que tanto el virus como la situación generada por su existencia han causado en las personas y en la sociedad en general, pero, mientras tanto, disfrutemos de la vida con precaución.