Cómo descubrir un error cerebral usual que conduce a una ideología equivocada

Los humanos han estado culpando al comportamiento extraño en la luna llena durante siglos.

En la Época Media, las personas afirmaban que una luna llena podía convertir a los humanos en personas lobo. Durante la época de 1700, era habitual creer que una luna llena lograba originar epilepsia o fiebres turbadas. Inclusive cambiamos nuestra lengua para que concuerde con nuestros dogmas. La expresión lunático procede de la tepe latina luna, que simboliza luna.

Actualmente, hemos llegado a nuestros sentidos. Si bien ya no inculpamos a la enfermedad ni a la mal en los períodos de la luna, oirás que la gente lo usa como una explicación casual para el comportamiento loco. Por ejemplo, una tradición habitual en los círculos clínicos es que durante una noche confusa en el hospital una de las sanitarias a menudo expresa: Esta noche debe haber luna llena.

Existe poca evidencia de que una luna llena afecte nuestras conductas. Un estudio cumplido de más de 36 estudios revisados por pares no encontró correlación entre las admisiones a la luna llena y el hospital, los pagos de los casinos, los suicidios, los eventuales de tráfico, las pautas de criminalidad y numerosos otros eventos comunes. Pero esto es lo encantador: aunque la exploración expresa lo contrario, un artículo de 2005 reveló que 8 de cada 10 sanitarias aún opinaban que la luna llena transportó a más anarquía y pacientes esa noche.

Las sanitarias que prometen que una luna llena de origen una conducta extraña no son majaderas. Sencillamente son víctimas de un error intelectual usual que nos conmueve a todos. Los psicólogos se relatan a esta pequeña falta cerebral como una semejanza ilusoria.

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Cómo nos falsificamos propiamente sin darnos cuenta

Una analogía ilusoria ocurre cuando por error enfatizamos excesivo una derivación e desconocemos los otros. Supongamos que visita la localidad de New York y alguno lo interrumpe cuando está remontando al tren subterráneo. Rápidamente, vas a un refectorio y el criado es grosero contigo. Posteriormente, le cuestiones a alguien en la vía para que te dé instrucciones y te hacen volar. Cuando te acuerdas tu migración a New York, es fácil recordar estas prácticas y llegar a la conclusión de que los individuos de Nueva York son incultos o las almas de las grandes metrópolis son incultas.